Saki

(…)
-Es el cuento más estúpido que he escuchado en mi vida- dijo la niñita mayor, con absoluta convicción, luego de escuchar a su tía.
-No le puse atención desde el principio, de lo estúpido que era-dijo su hermano Cyril mientras golpeaba los asientos del camarote de ese tren, haciendo volar el polvo.
La niña más pequeña no hizo ningún comentario, pero hacía rato que había iniciado un repetición susurrada del único verso que se sabía de una canción infantil.
-No parece tener mucho éxito contando cuentos a sus sobrinos- dijo un solterón desde su rincón de la cabina.
La tía se erizó de inmediato, a la defensiva contra ese ataque inesperado.
-Es muy difícil inventar historias que los niños puedan entender y apreciar al mismo tiempo- dijo, con tiesura.
-No estoy de acuerdo- replicó el solterón.
-Quizás usted pueda contarles uno- le contestó la tía.
-Cuéntenos un cuento- exigió la mayor de las niñas.
-Érase una vez, un niñita llamada Bertha, extraor- dinariamente buena.
El interés de los niños se vino al suelo.
-Hacía todo lo que le ordenaban, siempre decía la verdad, mantenía limpia la ropa que llevaba, comía insulsos postres de leche como si fueran tartas de mermelada, se aprendía las lecciones a la perfección y tenía buenos modales.
-¿Era bonita?- preguntó la niña mayor.
-No tanto como ustedes, pero era horriblemente buena.
Hubo una reacción general a favor del cuento.
(…)

Fragmento del cuento “El cuentista”; de Saki (1870-1916)

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